Josep Llinàs, Medalla de Oro de la Arquitectura

Ana María Álvarez
10. junio 2024
Josep Llinàs recibirá la Medalla de Oro de la Arquitectura del CSCAE.

Josep Llinàs (1945) es arquitecto desde 1968. Durante sus años profesionales, ha destacado como diseñador arquitectónico, docente, comisario de exposiciones, conferenciante y escritor. Ha centrado su quehacer arquitectónico en proyectos de carácter público en Barcelona.

Entre sus proyectos, se pueden destacar la escuela y biblioteca de Ingenieros del Campus Nord de la Universidad Politécnica de Catalunya y el aulario y bar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona; las bibliotecas Vila de Gràcia, Jaume Fuster y Fort Pienc, en Barcelona; la restauración y reforma del Teatro Metropol y la reforma del Gobierno Civil de Tarragona (con Alejandro de la Sota); el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, l’Atlàntida Centro de Artes Escénicas de Osona, en Vic; y edificios de viviendas en Vilafranca del Penedés (Tarragona) y los distritos de Vallcarca y El Carme, en Barcelona.

Su trabajo ha obtenido diversas distinciones. como varios premios FAD, el Premio de Arquitectura y Urbanismo de la Villa de Madrid, en 1990; el Ciudad de Barcelona en 1995, 1999, 2002 y 2004; el IV Premio Manuel de la Dehesa de la V Bienal de Arquitectura Española 1997/1998, y el Premio Nacional de Cultura de la Generalitat de Catalunya en 2006.

En este momento de la vida de Josep Llinàs, ¿qué significa la Medalla de Oro de la Arquitectura del CSCAE?

Es una alegría, la verdad, y un premio que no lo esperaba en absoluto. Siento que hay momentos en la vida, cuando eres mayor, que de repente notas que ya no estás en la actualidad y que pasan cosas que no entiendes. Y este premio me resitúa, como si me hubieran lanzado un salvavidas. Vuelvo otra vez a la existencia.

Hace ya bastantes años del último premio que habías recibido. Premios FAD, de urbanismo, Ciudad de Barcelona, bienales españolas, de cultura de la Generalitat de Catalunya…

Así es. Este del CSCAE me devuelve a la actualidad.

De todas maneras, esta semana se desmontó la exposición que comisariaste en el COAC de Barcelona, “Arquitectura y domingo”. La medalla del CSCAE reconoce el esfuerzo de personas que ennoblecen el quehacer de la arquitectura. Es un reconocimiento completamente personal.

Sí, sí, la verdad es que es importante y tiene ese carácter epigonal, ¿no? Antes de partir al otro mundo, te ponen una medalla. Está bien llegar con una medalla.

En tu vida profesional, has combinado el diseño arquitectónico con el comisariado de exposiciones, la docencia, las conferencias.

También la escritura de libros. Justamente, está saliendo el catálogo de la exposición en el COAC de Barcelona. Se trata de una reflexión sobre un mueble de Josep Maria Jujol (1879-1949), al que le he dado muchas vueltas, y el libro es una especie de historia relacionada con ese mueble. Un libro con muchas fotos y muy alegre. 

En la exposición “Arquitectura y domingo” y en el libro, intenté relacionar la arquitectura con lo que pasa los domingos, con el descanso y la fiesta, y no con el trabajo. En el catálogo explico, en síntesis, mi visión de la obra de Jujol como el arquitecto que endominga la construcción. Se trata de un concepto coloquial, bastante bonito, de una persona endomingada, que se viste especialmente para una ceremonia. Creo que la obra de Jujol endominga la construcción: la viste para que formalmente sea agradable y bonita; no como hacemos actualmente, que se exhibe o se deja en la mínima expresión.

¿Por qué esta obsesión con Jujol?

Siento debilidad por esta persona. A veces pasa con una persona que te gusta, que te debilita cuando la ves. Durante mi vida, me ha pasado que he caído rendido ante arquitectos que, profesionalmente, me gustan mucho. Tuve momentos con Mies van der Rohe o con Konstantin Melnikov. Con Jujol, cada vez es mayor el interés que tengo en conocerlo y conocer su obra porque tiene algo de excepcional. No es propio de arquitectos comportarse como lo hacía él. No hay voluntad, por ejemplo, de pasar a la posteridad, no hay voluntad de darle la pelota a nadie.

Jujol es un fenómeno absolutamente extraño. Y el símbolo de que sea un fenómeno extraño es que, me explicaba su hijo que ha muerto hace poco, el apellido Jujol ha desaparecido con él. Nunca va a volver a repetirse. Alguien debería adoptar el apellido para que continúe de alguna manera.

Hay algo en la obra de Jujol en donde su papel de arquitecto se mezcla y fluye en relación al de albañiles o pintores, por ejemplo. No existe distancia. Cuando pienso en los techos de la iglesia de Vistabella en Tarragona, por ejemplo, me imagino a arquitecto y pintor pasándose la broca, uno a otro.

Existe una acción directa de Jujol: no hay frontera entre arquitectura y acción artesana, o acción manual o trabajo manual. También creo, cada vez más, que esto está ligado, más que a la arquitectura, a una cierta manera de vivir.

Maqueta del Moble Mañach en la exposición “Arquitectura y Domingo” en la sede del COAC en Barcelona. Foto:W-A

Es tremendamente contemporáneo. Muchos arquitectos actuales se muestran más cercanos a la construcción, más artesanales. Jujol, además, fue un maestro del reciclaje. 

En cuanto al reciclaje, para Jujol significaba dar una vida nueva a los objetos, a reutilizarlos. Es el gusto por trabajar con elementos que están consumidas. Es muy actual. Alguna vez que hablaba con su hijo, me comentó que es una tradición familiar recoger cosas de la calle y volverlas a utilizar. Él mismo me explicó que había recogido una impresora de la calle, la había arreglado y la hacía servir porque funcionaba estupendamente. Aprovecharlo todo forma parte de una cultura de la precariedad y también de una época... 

Podría decirse que se trata de una arquitectura holística, del cuidado desde el proceso de diseño hasta el de construcción. Esa es la relación que veo con tu arquitectura.

Es muy difícil. He fracasado replicando elementos de la arquitectura de Jujol. Durante la reforma del Teatro Metropol, de Tarragona, unos trabajadores, sin darse cuenta, rompieron unas máscaras que estaban casi ocultas. Traté de arreglarlas, que pareciera que no había pasado nada, pero es evidente que se ven como algo extraño a Jujol. Era una habilidad suya. 

Volviendo a tus diferentes perfiles, ¿Llinàs es más docente, más escritor, más conferenciante, o más diseñador? 

Soy arquitecto, es mi profesión. Me he dedicado a hacer edificios casi siempre relacionados con Barcelona y con lo público. De todas maneras, ahora mismo estoy en un momento de reflexión, de aprovechar para intentar entender de nuevo algunos temas que no entendía de Jujol...

Ahora que te sientes de salida, ¿tendrías alguna recomendación para arquitectos recién graduados?

Que se puede ser arquitecto sin hacer edificios. Se puede ser arquitecto pensando sobre otros arquitectos, por ejemplo. Pienso que, en este momento, la profesión está al servicio de la propiedad. Siento que si no “haces la pelota al jurado” en los concursos, no tienes salidas profesionales. Si eres joven, me parece interesante reclamar un poco algo que no sea estricta obediencia. Eso es lo que recomendaría: no obedezcan mucho.

¿Y qué recomendarías a una arquitecta de unos 50 años?

Es un momento bastante importante en la vida de un arquitecto. Es la edad que define el trabajo que tendrás en los siguientes 20 años, así que depende mucho del momento en que te encuentres. A los 50 años, yo estaba desarrollando proyectos de escala urbana, pequeña, para la ciudad... No me atrevo a recomendar nada genérico, como lo que compartía para los más jóvenes, porque depende un poco de para quien sea.

Es como una especie de una estación a la que llegas y el recorrido anterior marca mucho dónde vas a estar cuando llegues. La arquitectura tiene muchas lecturas en ese sentido: como negocio, como expresión personal (que no comparto), con vinculación a la ciudad, a la convivencia, etc.

Maqueta de la fachada de la Remonta en la Gran Vía de Barcelona en la exposición “Arquitectura y Domingo” en la sede del COAC en Barcelona. Foto: W-A

¿Qué harías si, un día, te despertaras siendo el alcalde Barcelona?

¡Sería una locura! Desde luego, apostaría por la arquitectura, sin ninguna duda, por encima de temas prácticos, económicos o de oportunidad. Apostaría por darle mucha arquitectura a la ciudad porque le hace falta, la verdad.

¿Le falta arquitectura a Barcelona?

Barcelona y muchas ciudades se han construido desde el negocio, y hace falta implantar la arquitectura como vida de la ciudad. Andar por una calle en una ciudad debería ser como escuchar un concierto y no lo es.

¿Y si fueras el director de una escuela de arquitectura?

Procuraría, sobre todo, conectarla con la realidad profesional, con el mundo real. Veo que en las escuelas se hacen unos proyectos fantásticos que no se ven en la realidad de las ciudades. En los países desarrollados, la arquitectura la han confinado en las escuelas. La escuela y la realidad parecen mundos que no se comunican. Porque toda la arquitectura que se hace fuera está mediada por el aprovechamiento económico y por el negocio.

Alguna vez, hace muchos años, La Caixa me encargó una exposición sobre Jujol y no tenía límites económicos para hacerla. Al mismo tiempo, el mismo banco encargó un edificio de viviendas sociales con grandes limitaciones económicas, incluso se sentía rechazo por lo que fuera estéticamente bonito porque se considera que la vivienda social debe ser austera. Me atreví a sugerir que se cogiera un poco del dinero de las exposiciones para las viviendas. Se trataba de hacer arquitectura con valores culturales. Pero es más fácil escindir la cultura en las escuelas y en la universidad, el negocio en la calle.

También me gustaría hablar de los clientes en la escuela, es importante introducir esa realidad. Los clientes de Jujol fueron una versión de los de Gaudí, religiosos pero rurales y con poco dinero. Es muy importante para entender la arquitectura de cada uno de ellos porque han determinado los resultados.

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